No tengo muchos recuerdos de cuando era pequeña, mi memoria episódica es algo limitada, pero tengo uno grabado a fuego. Estaba leyendo en la biblioteca después de clase. Tendría unos 8 o 10 años, y la sala estaba vacía excepto por la bibliotecaria y yo. Se acercó a mí y me dijo que tenía que ir al baño, que le había venido la regla y algo más que no recuerdo. Supongo que me diría algo como que me quedaba sola unos minutos, pero no llegué a escucharla porque me puse colorada de la vergüenza y no supe cómo reaccionar ni qué decir.
¿Por qué me avergoncé? Supongo que para mí la regla era algo de mayores de lo que no se hablaba con desconocidos. Quizás la bibliotecaria no era consciente de que su mención podía causar vergüenza y lo vivía con esa normalidad que hoy dicen que no existe.
Creo que por aquel entonces yo no era realmente consciente de lo que era la menstruación, pero sí sabía que había gente de mi clase que chillaba si veía una mancha de sangre o una compresa cuando entraban al baño. “¡HAY UNA COMPRESA!” se oía desde dentro. Le seguían risotadas o cuchicheos con el nombre de alguna chica que habría entrado antes. Era vergonzoso y parte del acoso a las compañeras que habían tenido la desgracia de ser las primeras en tener la regla.
En esto creo que las nuevas generaciones lo tienen mejor, hay más educación y acceso a información, y más temprana. Totalmente a favor de la educación temprana, pero no sé si el acoso se hubiera arreglado con más educación sexual. A los críos les falta madurez y les sobra capacidad para atacar lo que no entienden. Lo que no entienden y lo que es tabú.
Es innegable que todo lo relacionado con la fisiología femenina y con la menstruación está revestido de un cierto tabú, más o menos visible según la edad, la educación y la sociedad, pero está ahí, y este tabú puede tener un gran impacto en la vida de las mujeres y ser fuente de discriminación.
El tabú se desplaza en un espectro. Desde que la mujer con la regla tiene que estar apartada siete días y nadie puede tocarla bajo pena de contagiarse de su inmundicia, como dice la Biblia, hasta el movimiento discreto de introducir una compresa o un tampón en la manga para que tus compañeros de trabajo no vean que vas al baño a cambiarte.
En nuestra sociedad hemos superado lo de aislar y encerrar a las mujeres con la regla y no se nos obliga a tener que pasar ritos purificadores, pero algunos dicen que deberíamos ser capaces de llevar esa compresa en la mano con naturalidad. Normalizar la regla. Pasar entre las mesas de la oficina con la cabeza bien alta, el tampón amarillo fosforito visible entre los dedos, sin pensar que tenga nada de vergonzoso, porque la vergüenza es señal de machismo.
Pero llevar una compresa en la mano mientras te diriges hacia el baño y sentir algo de vergüenza no es una cosa solo de derechos femeninos, de educación sexual o de machismo. La regla es parte del tabú de la higiene en nuestra sociedad, igual que ahora lo son el orinar o las defecaciones cuando antes se meaba y se cagaba en la calle sin vergüenza.
¿Por qué a tanta gente le da vergüenza ir con un rollo de papel de váter en dirección al baño? ¿Es por machismo también? ¿O será porque hemos relegado las funciones fisiológicas y su higiene a la intimidad del excusado?
Puede ser que seas una persona privada. Que no te apetezca que todo el mundo sepa a qué vas al baño, igual que no explicas si vas a orinar o a otra cosa. Representamos con un líquido de color azul la sangre de los tampones en los anuncios, y de lila la orina de las compresas para pérdidas. Pero también la orina de los pañales de bebé es de color azul, y hasta donde yo sé, no hay anuncios de pañales en los que se vean heces.
Vivir en privado tus funciones fisiológicas no tiene que ser por culpa. También puede ser porque no tienes ninguna gana de que haya gente que tenga información sobre tu intimidad. Cuándo tengo o no tengo la regla puede ser un asunto privado, y está bien, o un asunto público, y también estará bien. Pero ninguna de las dos opciones es más o menos válida mientras se haga en libertad y no haya coerción externa. En la dirección que sea.
¿Pero es eso cierto? ¿Vivimos la regla con culpa? Con algo de vergüenza es posible, pero si pasamos un poco de vergüenza, ¿es por machismo? ¿Es este el diagnóstico correcto en nuestra sociedad actual?
Sabemos que cagar y mear y ponerte una compresa son parte de la vida, parte de ser humanos, y lo llevamos con la mayor dignidad posible. Pero igual que cruzar un bar con el rollo de papel de váter en la mano puede causar apuro en muchas personas (y en muchas no), es entendible que llevar un tampón en la mano haga sentir incomodidad a algunas mujeres.
Eso no significa que vivas tu regla con culpa. Puede ser una cuestión de intimidad.
*Si el problema es la falta de sitios adecuados para cambiarse, esto es un tema de acceso a baños e instalaciones, y va mucho más allá de las mujeres y el machismo. Es una cuestión estructural cuya causa no tiene por qué ser una discriminación sexista. Además las personas con síndrome del intestino irritable, con incontinencia, con bebés, o las personas mayores también agradecerían mejores condiciones públicas para acceder a servicios.
**Si el problema es que hay mujeres que no pueden interrumpir su turno de trabajo para acceder a servicios y cambiarse con comodidad, esto es un delito. Es un tema de derechos laborales y de falta de condiciones dignas para desarrollar su trabajo, pero no es exclusivo de la menstruación y se arregla defendiendo los derechos de los trabajadores.
***Esto no es incompatible con que haya gente que se escandalice ante la mención de la regla y que no sepan actuar con madurez.