El ejercicio físico debería ser parte del tratamiento contra el cáncer
Por desgracia todavía hay pacientes de cáncer que reciben la recomendación de hacer reposo
"Si pudiéramos convertir los beneficios del ejercicio en una pastilla, sería exigida por los pacientes, prescrita por los especialistas oncológicos y subvencionada por el gobierno. Sería vista como una revolución en el tratamiento del cáncer."
Por desgracia aún es frecuente que pacientes de cáncer reciban la recomendación de hacer reposo o incluso que se encuentren con la oposición de sus médicos ante su deseo de seguir activos.
Esta recomendación está obsoleta y puede ser perjudicial.
Evidentemente el nivel de actividad que se puede seguir ante un diagnóstico y durante el tratamiento dependerá de las condiciones previas del paciente, de su estado físico y del desarrollo de la enfermedad, pero hay pocas dudas de los beneficios del ejercicio en el cáncer.
reduce los efectos adversos relacionados con el tratamiento del cáncer
inhibe la proliferación de las células cancerosas e inducir la apoptosis
regula el metabolismo del cáncer
regula el entorno inmunitario
reduce los riesgos de cáncer
potencia los efectos curativos del tratamiento del cáncer
La Asociación de Oncología Clínica de Australia publicó en 2018 una guía y posicionamiento sobre este tema y concluyeron que:
El ejercicio debe formar parte de la práctica habitual en la atención oncológica y considerarse una terapia complementaria que ayuda a contrarrestar los efectos adversos del cáncer y su tratamiento.
Todos los miembros del equipo multidisciplinar oncológico deben promover la actividad física y ayudar a sus pacientes a seguir las pautas de ejercicio.
Las mejores prácticas en la atención oncológica deben incluir la derivación a un fisiólogo del ejercicio acreditado y/o a un fisioterapeuta con experiencia en la atención oncológica.
¿Cuánto ejercicio es necesario?
Idealmente el ejercicio debería estar ajustado a las condiciones físicas del paciente, pero la Sociedad Australiana recomienda:
Al menos 150 minutos de ejercicio aeróbico de intensidad moderada o 75 minutos de ejercicio de intensidad vigorosa (por ejemplo, caminar, correr, montar en bicicleta, nadar) a la semana; y
De dos a tres sesiones semanales de ejercicios de resistencia (por ejemplo, levantamiento de pesas) que incluyan ejercicios de intensidad moderada a vigorosa dirigidos a los principales grupos musculares.
Para una recomendación más detallada, el equipo de Enfermería del Servicio de Oncología y Hematología del Hospital Clínic, publicaron esta Guía práctica: ejercicio físico en el tratamiento del cáncer, con información para pacientes, familiares o cuidadores. En ella explican la necesidad de hacer ejercicio durante el tratamiento de cáncer, los diferentes tipos de ejercicio, e indicaciones para la práctica, que incluyen una tabla de frecuencia de ejercicios, diagramas explicativos y un tutorial en vídeo.
Existe una aplicación Cancer Exercise, solo disponible para Apple, que incluye ejercicios de fuerza adaptados al estado actual de la persona y el tratamiento que está siguiendo. Las recomendaciones están basadas en las guías de la American College of Sports Medicine.
Más datos
La actividad física reduce el riesgo de recurrencia y mortalidad en pacientes con cáncer. En comparación con los pacientes que no hacían ejercicio o lo hacían en menor medida, se observó que los pacientes que hacían ejercicio tras el diagnóstico de cáncer tenían un menor riesgo relativo de mortalidad y recurrencia del cáncer y experimentaban menos efectos adversos o menos graves.
Revisión de 700 intervenciones y más de 50.000 pacientes): el ejercicio físico debería usarse como un componente integrado de la atención y el tratamiento estándar del cáncer.
Las intervenciones de ejercicio aeróbico durante el tratamiento de pacientes con cáncer tienen un impacto significativo en su supervivencia, y la mayor aptitud aeróbica de los pacientes conduce a tiempos estimados de duplicación tumoral más largos.
El ejercicio aeróbico se asocia a una reducción de la incidencia de los tumores y tiene efectos sobre la fisiología tumoral y el control de la progresión de la enfermedad, lo que se asocia a la inhibición de la metástasis y la recurrencia de los tumores.
La integración de ejercicio físico oncológico en el tratamiento del cáncer muestra una reducción en costos de atención médica con menos visitas a emergencias, readmisiones de 30 días y menor duración de la estancia hospitalaria.
El ejercicio puede contrarrestar los mecanismos y signos más destacados de la caquexia como el desgaste muscular, el aumento del recambio proteico, la inflamación sistémica, la reducción del apetito y la anorexia, el aumento del gasto energético y el desgaste graso, la resistencia a la insulina, la desregulación metabólica, la disbiosis intestinal, el hipogonadismo, el deterioro de la capacidad oxidativa, la disfunción mitocondrial y los efectos secundarios de los tratamientos contra el cáncer.
Está demostrado que la desregulación del metabolismo es una característica común del cáncer. Se manifiesta como resistencia periférica a la insulina, hiperlipidemia, disfunción mitocondrial, inflamación y caquexia. Las disfunciones metabólicas se asocian a una menor supervivencia y a un mayor riesgo de recurrencia del cáncer en la mayoría de los casos. El ejercicio produce beneficios metabólicos agudos y a largo plazo al mejorar la sensibilidad a la insulina, restaurar la hiperlipidemia, reducir la inflamación, mejorar la función mitocondrial y aumentar la masa y la fuerza muscular.
Para saber más
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Beneficios de la masa muscular ante un diagnóstico de cáncer.
Entrenamiento durante el tratamiento.
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